lunes, 17 de diciembre de 2012

Chica especial



Chica volátil: jajajajajaja

Hay chicas que son como una estrella fugaz. Chicas que se saltan a la torera el decálogo de bonhomía impuesto por tu madre. Chicas a las que no puedes llamar y esperar que te devuelvan la llamada si no das con ellas, que no puedes apretar cuando llegan tarde a una cita porque entonces seguro que no llegan (nunca) a la siguiente. Chicas que se olvidan de tu cumpleaños,
pero por-dios-santo no te olvides del suyo porque se abrirá la caja de los truenos y ya nunca dejará de sonar hasta el triste apagón final. Son las gestoras de un equilibrio inestable que han decidido prestarte una moderada atención (se dejan abrazar la cintura a tu lado, pero pueden correr pronto lejos).

Equilibrio inestable, decía. A una mujer volátil hay que medirle los piropos porque un exceso de ellos pueden parecerle síntoma de debilidad o de inseguridad. Ella sabe lo que vale y no necesita que se lo repitas a menudo. No puede pensar que ése es el peaje que pagas por su compañía. No puede sentirse imprescindible porque si parte de tu lado lo será más. Y ese sentimiento muchas veces será más satisfactorio que tu enclenque amor.

A una mujer volátil no hay que ofrecerle el oro y el moro, sino que hay que regatearle satisfacciones. No se le invita a un viaje a París (mucho menos, a Ciudad Real) a las primeras de cambio a no ser que sea un plan profundamente hedonista, a no ser que la raptes a la puerta de su trabajo con un descapotable, un cinturón de tachuelas y lo puesto y le digas que no aceptas un no por respuesta.

A una mujer volátil no hay que ofrecerle una cita con la familia o los amigos si ella no te lo ha pedido o ha llegado a sugerir que no le importa cargar con tu pesada maleta sentimental. Ella puede transigir con que tú te acerques donde ella y su ecosistema ambulante pasta un viernes a las 2 de la madrugada, pero de ahí a la reciprocidad va un trecho.

La razón que legitima su hosquedad es que ella no te ha buscado a ti, y por eso tus amigos dicen que es etérea y te sobrevuela. Se me ocurre la metáfora del pájaro que tenía las alas de cera y se acercó demasiado al sol. El resultado, obviamente, y casi siempre, es game over.

Sin embargo, puede llegar un momento en que ella se deje llamar "tu novia", que acepte ir a celebrar el santo de tu padre a Pizza Jardín o que te compre unas pilas alcalinas para el transistor a la vuelta de la peluquería porque así se lo has pedido en un whatsapp. Ahí estás legitimado para pensar que casi estáis. Y ese casi es importante porque es sinónimo de una más temprana o más tardía hostia emocional. La razón es que la crees mejor que tú. Y cuando huele eso, sólo es cuestión de tiempo.
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no te cortes

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