de Marcelo Galliano
Ya no existen las horas, se han quebrado en tu pecho,
las deshiló mi boca besando con placer,
y el reloj se reduce ya a las sombras de lecho,
ha pasado el instante del desear y el tener.
Es cierto, muchas veces te he acariciado en vano
soñando que mi lluvia tal vez no iba a morir,
pero un hilo de agua jamás duerme en la mano,
el aire se lo lleva quebrando su existir.
Y entonces yo me quedo pensando en que ha partido
la agitación inmensa que hubimos compartido,
y prófuga la luna se va del ventanal.
La medida del tiempo la da el estar contigo
y así voy por la vida como un pobre mendigo,
rogando que tú vuelvas, para bien… para mal.
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Poema registrado. Todos los derechos reservados
Se permite la reproducción citando al autor.
Imagen: Cuadro de Hendersson
Ya no existen las horas, se han quebrado en tu pecho,
las deshiló mi boca besando con placer,
y el reloj se reduce ya a las sombras de lecho,
ha pasado el instante del desear y el tener.
Es cierto, muchas veces te he acariciado en vano
soñando que mi lluvia tal vez no iba a morir,
pero un hilo de agua jamás duerme en la mano,
el aire se lo lleva quebrando su existir.
Y entonces yo me quedo pensando en que ha partido
la agitación inmensa que hubimos compartido,
y prófuga la luna se va del ventanal.
La medida del tiempo la da el estar contigo
y así voy por la vida como un pobre mendigo,
rogando que tú vuelvas, para bien… para mal.
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Imagen: Cuadro de Hendersson
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